Los premios de la Academia han suscitado un debate sobre las escasas posibilidades que tienen los actores de clases populares de ascender en la escala del éxito, dada la proporción cada vez mayor de ‘actores pijos’ que provienen de escuelas de élite y se sitúan en la cumbre de la interpretación.
Aunque muchos de los ganadores de la noche expresaron su preocupación por temas como la igualdad de género y los salarios justos en sus discursos de aceptación la pasada noche en el Dolby Theatre en Los Angeles, entre bastidores se gestó un debate sobre el éxito y la supremacía de una nueva oleada de los llamados ‘actores pijos’. En Reino Unido, los medios de comunicación han retomado el debate convirtiéndolo en una polémica nacional en torno a la puerta giratoria entre las escuelas de elite privadas y el éxito.
Según la revista The Hollywood Reporter, los protagonistas masculinos y femeninos de hoy son en su mayoría alumnos procedentes de escuelas privadas como Eton, Harrow, Reed, Exeter, a las que solo puede acceder cierta élite económica.
Los actores de la clase trabajadora, como el escocés James McAvoy, que pagó sus estudios en una escuela de teatro trabajando en una panadería, observan esta tendencia con gran preocupación. Ellos manifiestan que no todas las personas de cualquier condición están recibiendo las mismas oportunidades para trabajar en el arte. Si se permite que esta tendencia continúe, McAvoy afirmó que “este será un mundo aterrador en el que vivir. Cuando una ínfima parte de la sociedad domina la creación del arte, y la cultura empieza a ser representativa no de todos, sino de una minoría, eso, para empezar no es justo, pero además es perjudicial para la sociedad”.