A pesar de los modernos avances sociales que han ayudado a transformar los papeles y la identidad de los padres, los hombres y las mujeres aún tienen que hacer malabarismos con las dos realidades y aceptar los sacrificios que supone la crianza de sus hijos y la asistencia al trabajo.
Si bien este acto de equilibrio entre el ámbito laboral y familiar sigue siendo real en muchas partes del mundo, este país está tomando la iniciativa para garantizar que los padres y los hijos tengan las mismas oportunidades de éxito.
Islandia ya dispone de uno de los sistemas de permiso parental más progresistas del mundo, que actualmente estipula lo que se conoce como un escenario 3.5-3.5-3 que otorga a las madres y a los padres 3,5 meses de permiso parental cada uno y 3 meses más que deben repartirse entre ellos. En el año 2016, el permiso parental aumentará a 5-5-2, proporcionando a los padres un año entero para compartir las tareas de la crianza de los hijos. El sistema ha contribuido a redefinir los roles parentales, así como a otorgar a las madres mejores oportunidades profesionales, al mismo tiempo que hace que los padres resulten esenciales en la crianza de sus hijos.
El éxito de Islandia no ha pasado desapercibido. Así pues, el Secretario General de la Internacional de la Educación (IE), Fred van Leeuwen, elogió al país insular durante el debate subplenario: «Cuente con nosotras: Participación de la mujer en el trabajo y en los sindicatos», celebrado con motivo del 3º Congreso Mundial de la Confederación Sindical Internacional en Berlín.
El sistema islandés marca una «revolución en la concepción de los roles tradicionales... Por lo que creo que todos deberíamos mudarnos allí», afirmó van Leeuwen, haciendo hincapié en que el hecho de compartir las responsabilidades parentales aumenta la participación de las mujeres en el lugar de trabajo y, por otro lado, ayuda a eliminar los estereotipos que tradicionalmente dejaban a los padres al margen del proceso de la crianza de los hijos. «No debería haber ninguna diferencia entre hombres y mujeres».
El Secretario General de la Internacional de la Educación se sirvió del modelo islandés para resaltar el papel que deben desempeñar los sindicatos a la hora de conseguir que las mujeres ocupen un lugar más destacado en el ámbito laboral y, al mismo tiempo, de crear unas bases sólidas para sus hijos.
«Creemos firmemente que tenemos que impulsar las inversiones en la educación y en el cuidado de la primera infancia», declaró el Secretario General, con el fin de poder ofrecer un comienzo en la vida con igualdad de posibilidades a todos los niños. Aunque admitió que el hecho de centrarse en los niños durante las primeras etapas de la infancia no resolverá todos los problemas, mas constituye el paso más importante, calificándolo de «una auténtica inversión».
Por otra parte, Van Leeuwen aprovechó la oportunidad para criticar a los sindicatos que siguen siendo «machistas»impidiendo que las mujeres ocupen posiciones de liderazgo.
«Las mujeres son una minoría cuando se habla de activistas», afirmó. «Al fin y al cabo, todo se reduce al factor cultural. Tenemos que hacer que nuestros sindicatos se muestren dispuestos abordar las cuestiones que preocupan a las mujeres»
Van Leeuwen señaló que las organizaciones afiliadas a la Internacional de la Educación, tanto en Europa como en América del Norte, están dirigidas por mujeres, pero que aún queda mucho trabajo por hacer para conseguir una mayor igualdad entre las filas sindicales.