La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución en 2011 que establecía el 11 de octubre de cada año como el Día Internacional de la Niña.
Aunque los asuntos que atañen a las niñas ocupan un lugar destacado en las declaraciones, tratados y convenios internacionales, la decisión de la ONU de dedicar un día específico a las niñas contribuirá, con el tiempo, a aumentar la sensibilización pública sobre los derechos de las niñas, así como a subrayar las cuestiones relacionadas con su educación y favorecer una estrategia de apoyo eficaz.
La política de la Internacional de la Educación (IE) sobre las niñas deriva de su resolución de 1998, la cual hace un llamado a la acción a los sindicatos de las y los trabajadores de la educación para promover y proteger sus derechos.
También solicita a los sindicatos que aumenten la concienciación sobre las necesidades y el potencial de las niñas y que trabajen para erradicar la discriminación contra las niñas en la educación, el desarrollo de las habilidades y la formación.
¿Por qué celebrar un Día de la Niña?
El marco de acción de Dakar: Educación para Todos y los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas proporcionan las herramientas para que los gobiernos superen las desigualdades que afectan a mujeres y niñas, especialmente a aquellas de grupos desfavorecidos, tales como: inmigrantes, refugiados, pueblos indígenas, mujeres discapacitadas, mujeres jóvenes que corren peligro de sufrir abusos (sexuales) o trata de mujeres y chicas jóvenes esclavizadas en trabajos domésticos.
La mayoría de los niños que abandonan el colegio en el mundo son niñas y estas cifras son mucho más elevadas en zonas rurales e indígenas. Más de 500 millones de mujeres (64 %) son analfabetas (UNESCO, 2012). En 2011, 6,9 millones de niños murieron antes de cumplir los cinco años (UNICEF, 2012).
De media, solo uno de cada dos niños de origen gitano asiste a la escuela o la guardería (FRA, Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea). Hay 215 millones de niñas y niños que trabajan en el sector estructurado.
Sin embargo, esta cifra no incluye a las niñas que desempeñan trabajos domésticos, porque esas estadísticas son difíciles de obtener (OIT, 2006). Solamente 60 de 187 estados tienen una edad mínima para empezar a trabajar y todavía menos países poseen una edad mínima para casarse (que a menudo provoca el abandono de la educación de las niñas).
Casi la mitad de las agresiones sexuales en todo el mundo se cometen contra niñas menores de 16 años, lo que suma un total de 6.000 abusos diarios a niñas. Dos millones de niñas al año sufren mutilación genital femenina (Proyecto por el Derecho a la Educación, 2011).
El apoyo de los sindicatos docentes mejorará las oportunidades y los derechos de las niñas
La IE aboga por unos Servicios Públicos de Calidad y, en concreto, por la educación publica, gratuita, de acceso universal, obligatoria, orientada a la niñez y apropiada. Esto incluye tanto la educación secundaria como la primaria, al menos hasta la edad mínima para trabajar.
La educación de calidad significa que a los niños y a las niñas les enseña un profesor o una profesora cualificada y atenta, en clases de un tamaño razonable, con múltiples textos y recursos de aprendizaje en aulas adecuadas.
En los próximos años el Día Internacional de la Niña nos proporcionará más oportunidades para que la IE y los sindicatos reafirmen su postura de que la educación es un instrumento clave en la mejora del futuro de las niñas.
También será una ocasión de condenar las prácticas que perpetúan la discriminación contra las niñas (tales como el matrimonio y el embarazo precoz, las escasas asignaciones alimentarias y nutricionales, la falta de acceso a los servicios sanitarios, la violencia de género, las acciones que debilitan la autoestima, la explotación sexual y las prácticas culturales perjudiciales como la mutilación genital).
La IE insta a los gobiernos a proteger a las mujeres y a sus hijos e hijas durante la crisis económica mundial actual y, por tanto, a cumplir con sus obligaciones con respecto a las niñas y a sus maestras.
Esto supone dedicar más (no menos) recursos para:
- La formación inicial y permanente de los y las docentes y trabajadores sanitarios que les prepare para afrontar desafíos como la violencia y el acoso escolar.
- El acceso a los servicios sanitarios e impartir una educación sexual completa.
- Abordar los estereotipos de género en la educación.
- Incorporar los temas de género y la igualdad de género en el programa de enseñanza.
- Prevenir la violencia contra las niñas y las mujeres.
- Conseguir escuelas seguras para todos (niñas y niños, maestras y maestros)
- Aumentar la matriculación de las niñas en matemáticas, ciencias, tecnología y otras asignaturas predominantemente masculinas.
También implica ofrecer igualdad de condiciones a las mujeres que ejercen la profesión docente, es decir, mejores sueldos y condiciones laborales, así como igualdad de oportunidades para que las mujeres alcancen puestos de liderazgo y dirección en el sistema educativo, en la sociedad y en los sindicatos.
La IE y sus miembros instan a todos los estados miembros de las Naciones Unidas a que cumplan sus múltiples compromisos: desde la Plataforma de acción de Beijing (1995) hasta el programa de Educación para Todos (EPT, Dakar 2000) y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM, 2000), todos incluyen el derecho a la educación para todos como un derecho humano asequible.
Los sindicatos de docentes, en su labor de apoyo con gobiernos e instituciones intergubernamentales, deberían abordar todos los obstáculos que evitan que las niñas puedan finalizar su educación satisfactoriamente.
La hambruna, la pobreza, las elevadas tasas de desempleo y la falta de atención sanitaria de los familiares enfermos mantienen a demasiadas niñas en la casa. Los recortes en educación hacen que haya menos profesores cualificados, clases más grandes y escuelas menos seguras. Son muchos los desafíos.
La seguridad de niñas y niños en su trayecto al colegio, una cultura de no violencia en las escuelas y en las comunidades, escuelas integradoras, un programa escolar sensible a los temas de género que incluya una educación sanitaria y habilidades para la vida, una actitud docente destinada a motivar a las niñas: todas estas y muchas más son soluciones ya conocidas para que las niñas entren y permanezcan en las escuelas.