El conflicto en Siria, en su persistencia, se está ensañando con la educación de los miles de niños que, junto con sus familias, salen huyendo del país en busca de refugio.
La ONU y sus socios humanitarios, reconociendo las necesidades de la población refugiada, pusieron en marcha el Plan de Respuesta Regional para Siria, que tiene entre sus objetivos asegurar la escolaridad de los niños en los países de acogida.
La actual crisis en Siria, según ACNUR, ha condenado al exilio a unas 40.000 personas, muchas, mujeres y niños. El plan de respuesta interinstitucional lo dirige ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados; ésta calcula que, en los próximos seis meses, necesitarán ayuda 100.000 refugiados en Jordania, Líbano, Turquía e Irak.
Esto sin contar con los desplazados en Siria. Mientras que los derechos de los refugiados están consagrados en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, los desplazados internos no tienen el amparo legal de principios vinculantes. La población de desplazados es difícil de cuantificar, debido a los problemas que, según se informa, tienen las agencias para llegar hasta ellos. Al cierre de escuelas hay que sumar la inaccesibilidad de muchos centros de salud, por clausura o excesiva peligrosidad.
El Plan de Respuesta Regional, con un 15% de la ayuda sectorial destinado a la educación, proporciona a Unicef, la Unesco, Save the Children y otros organismos los medios para, entre otras cosas, alquilar y rehabilitar centros escolares, formar al personal de educación en la atención a las necesidades especiales de los niños refugiados, suministrar equipos y cubrir los gastos de matrícula y libros de texto.
Como se apunta en el Informe de seguimiento mundial de la Unesco de 2011 The hidden crisis: Armed conflict and education, los sistemas educativos de los países vecinos de Siria ya trabajan por encima de sus posibilidades desde la llegada masiva de refugiados de la guerra de Irak. En 2007, Jordania, a través de un real decreto, facilitó la igualdad de acceso a la enseñanza entre los nacionales y los niños refugiados iraquíes. Últimamente, la generosidad jordana ha sido nuevamente puesta a prueba.
Algunas de las personas afectadas en el territorio sirio son refugiados, muchos de los cuales huyeron de la guerra de Irak. Según afirma ACNUR, Siria “cuenta con una de las mayores poblaciones de refugiados y solicitantes de asilo urbanos del mundo”, al practicar “una generosa política de puertas abiertas, que facilita a los refugiados iraquíes las solicitudes de asilo y el acceso a la educación, la atención primaria de salud y otros servicios básicos”.
Los refugiados y los desplazados internos se encuentran con enormes obstáculos a la educación, como bien se describe en el Informe de seguimiento mundial 2011 de la Unesco. En 2008, sólo cursaba educación primaria el 69% de los niños en edad escolar de los campos de refugiados de ACNUR.
Pocos actores humanitarios dan prioridad a la educación en tiempos de conflicto, al no considerarla “vital”. Ahora bien, las estadísticas demuestran que la desatención a la educación tiene consecuencias desastrosas: en los países pobres sumidos en conflictos, están sin escolarizar 28 millones de niños en edad escolar primaria, esto es, el 42% de los niños que no van a clase en el mundo. En el Informe de seguimiento mundial de 2011, la Unesco calcula en 12 años la duración media de los conflictos violentos en los países pobres en la última década hasta 2008. Restando prioridad a la educación se corre el riesgo de sacrificar a una generación entera de alumnos de enseñanza básica.
Las consecuencias pueden ser igual de desastrosas a largo plazo, ya que es muy difícil que unos niños que hayan abandonado la escuela tengan muchas posibilidades de reincorporarse al sistema educativo una vez restablecida la paz. De ahí la importancia de la Estrategia de educación de ACNUR al aseverar que la educación de los refugiados no es un servicio independiente y periférico sino un eje del mandato de protección y búsqueda de soluciones duraderas de ACNUR.
Muchas familias de refugiados, de hecho, insisten en la trascendencia de la educación. En el Informe de seguimiento mundial de 2011, se puede leer la historia de una mujer refugiada en Chad, procedente de Darfur, en Sudán: “No nos quedó más remedio que abandonarlo todo. Huimos con lo puesto y lo que llevábamos en la cabeza, lo aprendido, el fruto de la educación. La educación es lo único que no nos pueden quitar”.
El presente artículo se publicó por primera vez como contribución de Hans Botnen Eide, del equipo del Informe de seguimiento de la EPT en el mundo, al World Education Blog. Todos los derechos reservados. Reproducido con autorización.