Portugal amaneció el 22 de marzo con una huelga general, respaldada por el afiliado de la IE, Federaçao Nacional dos Professores (FENPROF). Los fulminantes recortes a servicios públicos esenciales, incluyendo la educación, se han convertido en una agresión al pueblo portugués. Sindicatos y sociedad civil reclaman una nueva política social y un cambio de rumbo para el país.
Recortes educativos
El presupuesto educativo para este año se reducirá en 1500 millones de euros, lo que se suma a la reducción de 800 millones del año pasado. El país se sitúa así a la cola de Europa en inversión educativa, con apenas un 3’8% del PIB.
Estos recortes se producen al tiempo que se decide alargar la escolaridad obligatoria tres años más. Sin la inversión adecuada, los sindicatos de la enseñanza denuncian la imposibilidad de hacer frente a los nuevos retos educativos con una educación de calidad.
Revisión curricular
Además, llaman la atención sobre la actual ‘revisión' de la estructura curricular que, arguyen, persigue dos objetivos encubiertos. En primer lugar, extinguir cerca de 10.000 horas lectivas para ahorrar 102 millones de euros. En segundo lugar, limitar la educación a tres funciones básicas: aprender a leer, escribir y contar, dejando de lado todo lo que contribuye a la formación integral de las personas, en el marco de sociedades verdaderamente democráticas.
El estatus de la profesión docente se ha deteriorado gravemente en los dos últimos años por la supresión de pagas extras, el aumento del horario lectivo, la reducción de salario y pensiones, la eliminación de subsidios etc. Todo ello supondrá una reducción del 20-30% en los ingresos docentes durante los próximos dos años. Algo que no se corresponde en absoluto con el aumento del coste de la vida en el mismo periodo.
Fe en el futuro
El Secretario General de FENPROF, Mário Nogueira, explicaba que el profesorado no puede quedarse de brazos cruzados en espera de que el país colapse: “Si éste no es el momento de luchar, ¿cuál es? ¿Cuándo seamos despedidos/as? ¿Cuándo ya no haya manera de pagar los estudios de nuestros hijos, la cirugía para operar un tumor, la casa, el seguro, y tengamos que recurrir al banco para comer? Si esperamos hasta entonces, el problema ya no tendrá solución.”
Con todo, Nogueira concluye con esperanza: “Tengo confianza en el futuro, un futuro mejor, porque depende de nosotros/as, de nuestra determinación, de nuestras convicciones, de la confianza en nosotros mismos/as. El futuro es una construcción colectiva, y lo colectivo se construye con voluntades, iniciativas y compromisos individuales. A cada uno/a le corresponde su parte. Yo sigo creyendo en la gente. “