STEB, el sindicato de docentes de Burundi, desea ver una campaña visible y nacional que dé una respuesta al VIH y el SIDA. El sindicato considera que unas estrategias coordinadas, específicas para el sector educativo, podrían hacer posible que los docentes que viven con el VIH contribuyan con "sus conocimientos profesionales y su experiencia personal" a superar el impacto del VIH/SIDA en la calidad de la educación.
El sindicato, que se ha comprometido a apoyar al Ministerio de Educación en la provisión de una educación de calidad, llevó a cabo un estudio relativo a la identificación de los docentes que viven con el VIH y su papel en la educación.
El estudio del STEB Teachers Living with HIV: What support? (Los docentes que viven con el VIH: ¿qué apoyo se les presta?) realizado entre 416 docentes y administradores del sector educativo llegó a conclusiones que resultan de gran utilidad. Más de las tres cuartas partes de los encuestados/as confirmaron categóricamente que hay docentes que viven con el VIH en sus lugares de trabajo. Menos de uno de cada cincuenta cree que ninguno de sus compañeros/as vive con el VIH. En repetidas ocasiones los entrevistados expresaron su preocupación respecto a la manera en que se maneja el derecho a la confidencialidad en el lugar de trabajo. Solamente 17 se habían enterado de la seropositividad de sus compañeros/as en una forma abierta y voluntaria. Lo más frecuente es que se hayan enterado en forma no oficial a través de una tercera persona, fomentando así la estigmatización y la desinformación.
La promoción de las pruebas voluntarias se revela como una necesidad urgente, ya que más del 50% de los encuestados/as indicaron no haber hecho la prueba. Muchos de los docentes que ya se habían hecho la prueba de seropositividad, lo hicieron después de padecer una larga enfermedad o porque algunos ministros religiosos lo imponen como requisito para el matrimonio. Muy pocos docentes decidieron hacerlo de forma preventiva.
Todos los participantes consideraron que era "muy importante" conocer su propio estado a este respecto, lo que indica que los obstáculos pueden ser más prácticos que psicológicos. Muchos se mostraron a favor de la introducción de las pruebas voluntarias en el campus como una manera de desestigmatizarlas, y manifestaron que se requerían mayores esfuerzos para que el tratamiento resultara asequible y existiese atención médica a nivel local.
Aun cuando en teoría los participantes creen que lo mejor es manifestar abiertamente su estado a este respecto, señalaron las dificultades a las que tienen que hacer frente los docentes que dan a conocer su estado. Estas incluyen la pérdida de credibilidad por parte de los alumnos, compañeros y padres de familia, lo que a veces les obliga a trasladarse a otro puesto de trabajo.
Se requiere urgentemente mejorar el apoyo para que los docentes que viven con el VIH puedan trabajar correctamente. Tres cuartas partes de los entrevistados/as desconocían si la administración escolar había establecido algún sistema de apoyo o ayuda. Muchos pensaban que se debía a la ignorancia ya sea de las necesidades de las personas que viven con el VIH o el desconocimiento de la presencia de compañeros/as que viven con el VIH.
Los participantes convinieron en la necesidad urgente de apoyo moral, material y financiero mediante la creación de un servicio nacional de ayuda a los docentes que viven con el VIH.
A través de la encuesta, el STEB concluye que “la inexistencia de una política o una organización que analice las necesidades de los docentes que viven con el VIH los deja en el desamparo y pone en entredicho los esfuerzos del Gobierno para lograr la Educación para Todos". El sindicato sostiene que la ignorancia y la falta de estadísticas respecto a los docentes que viven con el VIH podrían tener enormes repercusiones en el sistema educativo. Sólo conociendo mejor a los docentes que viven con el VIH es posible abordar realmente sus necesidades.