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Nueva Zelanda: el Gobierno anuncia el fin de las escuelas concertadas

publicado 28 febrero 2018 actualizado 1 marzo 2018
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El ministro de Educación de Nueva Zelanda ha anunciado el fin de las escuelas concertadas, lo que supone la supresión de una iniciativa educativa catalogada por los sindicatos como "un experimento fallido y costoso".

A principios de febrero, el ministro de Educación de Nueva Zelanda, Chris Hipkins, hizo un anuncio significativo sobre el futuro de los estándares nacionales y las escuelas concertadas. Dichas escuelas "se sustentaban en ideologías y no en pruebas", afirmó. "Ambas ideas fueron rechazadas por la gran mayoría de los miembros del sector educativo. La firme opinión del Gobierno es que no hay lugar para ellas en el sistema educativo de Nueva Zelanda".

Educación privada financiada con fondos públicos

Las escuelas concertadas en Nueva Zelanda, etiquetadas como 'Escuelas de Asociación', fueron legalizadas por una coalición política conservadora en 2011. Constituyen un tipo de centro de educación privada que depende de la financiación estatal, pero está sujeto a menos normas y regulaciones que las escuelas públicas. Las escuelas concertadas han sido criticadas por una gran parte de las autoridades educativas, organizaciones de docentes, la opinión pública y los partidos políticos debido principalmente a la autonomía de la que gozan a la hora de establecer sus propios programas curriculares, criterios de calificación, salarios para los docentes, horario y calendario escolar. Además, estas escuelas podían ser gestionadas por patrocinadores como organizaciones sin fines de lucro, empresas o proveedores de educación existentes.

Un experimento impopular

El anuncio ha sido acogido satisfactoriamente por el New Zealand Educational Institute(Instituto Educativo de Nueva Zelanda - NZEI) y la Post Primary Teachers' Association(Asociación de Docentes de Post-primaria), ambos afiliados de la Internacional de la Educación (IE).

El secretario general del NZEI, Paul Goulter, sostuvo que las escuelas concertadas han constituido un "experimento fallido; integrarlas de nuevo en el sistema escolar público es beneficioso para los niños y niñas y para los docentes, ya que los niños que asisten a escuelas públicas convencionales obtienen mejores resultados".

Continuó afirmando que "las escuelas públicas pueden reflejar, y de hecho reflejan, la diversidad de sus comunidades y responden y rinden cuentas ante ellas. Muchas escuelas públicas utilizan la creatividad del programa curricular de Nueva Zelanda mucho mejor que las escuelas concertadas, y no sorprende que unos docentes profesionales respaldados y cualificados tengan más probabilidad de ser innovadores. No necesitamos escuelas concertadas para la innovación”.

Una transformación mundial que se aleja de la privatización

De acuerdo con una declaración de la PPTA, "los alumnos, los docentes y los padres se beneficiarán todos de la decisión tomada por el Gobierno de respaldar la educación pública en Nueva Zelanda derogando la ley que implantó el sistema de escuelas concertadas".

Así pues, la decisión de eliminar "las escuelas concertadas representa un hito para las escuelas públicas y sus comunidades", declaró el presidente de la PPTA, Jack Boyle. "Teniendo en cuenta que el resto del mundo se está volviendo en contra de la educación privatizada y con fines de lucro, Nueva Zelanda puede guiar al mundo realizando una inversión real y respaldando la educación pública".

Un funcionario de la PPTA explicó que, en definitiva, fue una campaña popular la que influyó en la decisión del Ministerio de Educación: algunos miembros de las secciones de varias escuelas se oponían a la expansión de las escuelas concertadas en sus comunidades y realizaron actividades de incidencia ante el Gobierno central, así como campañas mediáticas a nivel nacional. "Los miembros de la PPTA se mostraron consecuentes y unidos contra este ataque corporativo al sistema educativo", puntualizó. "Nuestra firme postura contribuyó a garantizar que las escuelas concertadas seguían representando un tema polémico y divisivo entre la opinión pública y los políticos, y nunca obtuvo una aceptación generalizada”.