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Los sindicatos de docentes (o de la educación) son organizaciones formadas para proteger y defender los intereses colectivos de los docentes y otros trabajadores de la educación. Lo que implican esos intereses colectivos en la actualidad y cómo deberían promoverse ha sido y sigue siendo motivo de debate.

Con el aumento del neoliberalismo, estos debates resultan tan críticos hoy en día como en cualquier otro momento de la historia de estas organizaciones. El neoliberalismo conlleva el rechazo de una economía mixta a favor de un capitalismo de “libre mercado” más robusto, con el fomento de acuerdos económicos y financieros mercantilizados y la remodelación de las políticas gubernamentales a tal fin. La manifestación del neoliberalismo específicamente en educación ha sido el denominado movimiento de reforma educativa global (GERM del inglés global education reform movement). El GERM ha promovido, entre otras cosas, la disciplina fiscal en la educación, un enfoque centrado en el papel económico de la educación, la competición, la prioridad de la elección, la rendición de cuentas (incluyendo pruebas decisivas), una dirección de estilo empresarial, la mercantilización y la privatización.

Se han identificado diversos modelos tipo de sindicalismo docente, así como distintas opciones estratégicas que podrían emplear los sindicatos.

Lo que varios autores llaman “modelo laboral” de sindicalismo docente da prioridad a la mejora de los salarios y las condiciones de trabajo de los docentes mediante la negociación colectiva, campañas laborales y huelgas, siguiendo la manera en que actúan otros sindicatos. Priorizar estas cuestiones generalmente cuenta con un fuerte apoyo de los miembros del sindicato. En la segunda mitad del Siglo XX, este enfoque en mejorar los salarios y condiciones de los miembros a través de la negociación colectiva, campañas y huelgas, al igual que otros sindicatos de trabajadores, se convertiría en una característica habitual de muchas actividades de los sindicatos de docentes, y en numerosos casos se obtuvieron auténticas mejoras en cuanto a la remuneración de los docentes, su seguridad en el empleo y sus condiciones de trabajo. En determinados regímenes legislativos, no obstante, este tipo de actividad se ve considerablemente limitada, algo que con la preponderancia del neoliberalismo está siendo cada vez más habitual incluso en lugares como Inglaterra y EE.UU., donde el modelo laboral había estado hasta ahora firmemente enraizado. Por otro lado, este modelo ha sido criticado por su falta de reconocimiento de las dimensiones profesional y “de atención” que conlleva la labor de los docentes, y de su deseo de ejercer un juicio profesional.

Se ha propuesto el “sindicalismo profesional” como alternativa al modelo laboral. En este caso los docentes se involucran de manera crítica en el movimiento de reforma educativa, promoviendo reformas que contribuyan a mejorar la enseñanza y la escolarización. No se abandona el objetivo de mejorar los salarios y condiciones de trabajo de los miembros, pero el enfoque pasa de “gana uno” a “todos salen ganando”. Este modelo, particularmente como lo desarrollaron Albert Shanker de la American Federation of Teachers y Bob Chase de la National Education Association en EE.UU. en las décadas de los 80 y 90, ha sido bastante criticado. Algunos lo ven como una argucia para camuflar los objetivos laborales que siguen estando en el corazón de los programas de los sindicatos. Otros lo ven como una expresión de debilidad y acomodamiento al programa de reforma educativa neoliberal. No obstante, cierto número de sindicatos, en Europa y Sudamérica, por ejemplo, han desarrollado modelos de sindicalismo profesional docente que les han permitido participar activamente en el desarrollo y la implementación de la política educativa.

El “sindicalismo de movimiento social” considera a los sindicatos como integrantes de un movimiento más amplio a favor del progreso social, en lugar de centrase meramente en el interés exclusivo de sus miembros. Las características clave del sindicalismo de movimiento social son las siguientes: está basado y centrado a escala local; fomenta acciones colectivas que van más allá de las huelgas y actividades en el centro de trabajo; establece alianzas dentro y fuera de la comunidad; apoya políticas emancipatorias; y desarrolla visiones transformadoras. Entre los sindicatos que se han identificado como adeptos a este modelo (en mayor o menor grado) figuran el National Union of Teachers(NUT) del Reino Unido, el South African Democratic Teachers Union(SADTU), la British Columbia Teachers’ Federation(BCTF) y el Chicago Teachers Union(CTU). El modelo de sindicalismo de movimiento social sigue siendo aún un proyecto que necesita un desarrollo considerable.

La identificación de modelos tipo ideales puede resultar engañosa. Oculta, por ejemplo, las diferencias existentes entre sindicatos que podrían ser clasificados dentro del mismo “tipo”. Además, la mayoría de los sindicatos de docentes promueven objetivos tanto laborales como profesionales y sociales.

Carter, Stevenson y Passy (2010) sugieren que las estrategias de los sindicatos de docentes pueden enmarcarse en tres apartados básicos: acercamiento, resistencia o renovación.

Empleando la estrategia de acercamiento, un sindicato no acepta necesariamente una reforma educativa, sino que más bien adopta la decisión pragmática de que es preferible “sentarse a la mesa de negociación”, donde podrá ejercer cierta influencia respecto al grado y la naturaleza de la reforma en la medida en que afecte a sus miembros. Los sindicatos de docentes en Noruega, Finlandia, Bélgica y Suecia, por ejemplo, participan de manera continua en foros sobre política educativa.

La resistencia se produce cuando los sindicatos se oponen activamente y rechazan la reforma y la política educativa vigente, bien por su potencial impacto negativo sobre los salarios y condiciones de trabajo de sus miembros, o por razones educativas. A diferencia del enfoque de acercamiento, donde la negociación es el centro principal de actividad, los “repertorios de acción” utilizados por los sindicatos que adoptan un enfoque de resistencia pueden incluir diversas formas de acción industrial o impugnación legal/judicial contra las reformas. La decisión de NUT de quedar fuera del “partenariado social” entre algunos sindicatos de docentes y el gobierno británico en la primera década del Siglo XXI puede considerarse un ejemplo de la adopción de una estrategia de resistencia.

Las estrategias de renovación implican que los sindicatos examinen y modifiquen sus propios objetivos, estructuras y prácticas a la luz de los desafíos emergentes. Por ejemplo, un sindicato podría intentar sacar provecho de una descentralización de la toma de decisiones para dar más fuerza a los representantes en el lugar de trabajo o reforzar modos operativos hasta entonces burocráticos. La renovación puede suponer además el desarrollo proactivo de agendas políticas, en lugar de limitarse a responder a las agendas del gobierno/empleador. Un reciente estudio de Bascia y Stevenson (2017) identifica las estrategias de renovación que se han emprendido y las ‘tensiones y dificultades’ experimentadas por los sindicatos en distintos contextos nacionales.

La orientación estratégica de un sindicato está determinada por diversos factores internos y externos a la organización, que pueden ser ideológicos, políticos o prácticos. Un clima político hostil es susceptible de hacer que las estrategias de acercamiento sean inaccesibles o, a la inversa, un clima en que el papel de los sindicatos está reconocido y facilitado y que haya aportado beneficios a los miembros del sindicato, podría alentar a continuar el acercamiento entre el sindicato y el empleador/Estado (y disuadir de explorar otras opciones). Factores como la densidad y la dispersión de la membresía, la situación financiera del sindicato, su historial de éxitos y fracasos, y el hecho de que deba competir con otros sindicatos para atraer miembros podrían ser factores clave.

Más de 30 años de política educativa, económica y social neoliberal han hecho que se intensifiquen los debates sobre la naturaleza y el papel de los sindicatos de docentes, cuyo futuro no está en absoluto garantizado. Cambios sociales y económicos –en particular cambios educativos e industriales que ha acarreado el predominio del neoliberalismo– plantean desafíos considerables. Sobrevivir y prosperar frente a estos desafíos externos exigirá respuestas adecuadas y cambios organizativos. Es evidente que al menos algunos sindicatos ahora están preparados a ser mucho más flexibles gracias a un “entramado” de estrategias, y son capaces de examinar su organización interna,  construir alianzas, y desarrollar concepciones alternativas para el futuro de la educación.

Referencias:

Carter, B., Stevenson, H., & Passy, R. (2010). Industrial relations in education: Transforming the school workforce. New York: Routledge.

Bascia, N. y Stevenson, H. (2017) Organising Teaching: Developing the Power of the Profession. Bruselas: Internacional de la Educación.

El presente artículo resume varias secciones de: McCollow, J. (2017) Teacher Unions. Oxford Research Encyclopedia of Education ( en línea en inglés).  El artículo completo incluye citas relevantes y recomendaciones de lecturas adicionales.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.