¿Qué pueden hacer los docentes para que se puedan mantener conversaciones difíciles en el aula? Si aceptamos que la ciudadanía democrática implica la participación en cuestiones sociales, entonces debemos incluir también los temas que nos hacen sentir incómodos. O que son complejos, o incluso irresolubles. Si existen distintos puntos de vista sobre un tema candente, ¿es mejor que el docente evite esos temas y deje que los estudiantes los resuelvan por su cuenta?
La idea de que la democracia es difícil quizá sea más evidente ahora que estamos presenciando, en los países occidentales, la disolución del justo medio y, en consecuencia, la fragmentación del civismo propiamente dicho. ¿Cómo podemos abordar la polarización de la cultura política, la creciente xenofobia y el miedo «al otro»? Si nuestros líderes políticos no están intentando tender puentes ni fomentar el entendimiento, entonces, ¿cuál es el papel del docente en este contexto?
Podríamos sentirnos tentados de desentendernos de un tema tan difícil. Sin embargo, los asuntos que no se tratan de forma explícita en el aula, quedarán relegados por omisión al currículum escolar oculto. Una postura más atrevida sería ayudar a los estudiantes a explorar la política (en ocasiones, tóxica) de hoy en día —y a hacerlo no solamente desde una postura de racionalidad. En contextos donde se cuestiona constantemente la propia «verdad», los educadores y sus aliados tienen la obligación moral de crear espacios seguros en los que, además de los hechos, también se puedan explorar sentimientos y valores. Los centros escolares y las comunidades están formados por seres humanos de carne y hueso con toda una vida de experiencias y perspectivas. Puede que en el aula no compartamos puntos de vista, pero quizá sí podamos llegar a entender a los demás. La perspectiva de los derechos humanos nos puede ayudar a explorar distintos puntos de vista. Esta búsqueda de valores comunes incluye no solo las tranquilizadoras ideas de igualdad y respeto por la dignidad humana, sino también las limitaciones de los derechos para dar respuesta a tensiones verdaderamente sorprendentes, como la que existe entre la libertad de expresión y sus límites. ¿No es esto parte del músculo de la democracia?
Hoy en día se pide a las instituciones y las organizaciones que compartan herramientas que permitan a los docentes reflexionar sobre su propia postura, para después reproducir el mismo proceso con sus alumnos. Varias organizaciones han brindado dicha formación y han ofrecido su apoyo, entre ellas, organizaciones intergubernamentales como la UNESCO y el Consejo de Europa. También han participado una serie de ONGs e investigadores. Este material está disponible en línea de forma gratuita.
Conversando con estudiantes del grado en Educación, he llegado a la conclusión de que la formación inicial de los docentes debería incluir el desarrollo de técnicas que faciliten mantener conversaciones sobre temas delicados. Con estas habilidades, el docente podrá de forma proactiva diseñar sesiones discursivas en el aula. Por otra parte, también estará mejor preparado para orientar de forma espontánea a los alumnos cuando estos reflexionen acerca de sus reacciones ante temas o acontecimientos inesperados, desagradables o desconcertantes. Los docentes pueden ayudar a los estudiantes a seguir participando, ayudándoles a entender las tensiones políticas o los actos de violencia fortuitos, a tolerar la complejidad, a cuidar los valores de los derechos humanos y a encontrar una manera de resolver los problemas partiendo de la idea de que todo el mundo puede lograr cambios positivos en su comunidad. ¿Cómo negar que estamos pidiendo a los docentes que desempeñen esta función cívica, independientemente del curso o asignatura que impartan? Espero que los centros, los sistemas educativos y las instituciones para la formación de docentes se comprometan a proporcionar a todos los educadores este tipo de formación. Una unidad (cinco lecciones) podría servir para que los educadores reflexionen y lleguen a conclusiones sobre su propia postura respecto a las cuestiones de actualidad. Al participar como alumnos en estas actividades, experimentarían de primera mano técnicas que podrían poner en práctica para tratar temas delicados y polémicos en el aula. A su vez, los educadores podrían llevarlas a cabo con futuros estudiantes. Y así nuestras sociedades saldrán mucho mejor paradas.
Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.