Los sindicatos se reunieron con los directores del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para exigir estrategias de protección social y un crecimiento más inclusivo.
Más de 80 sindicalistas de 31 países diferentes participaron en las reuniones de alto nivel entre el movimiento sindical internacional, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, del 18 al 20 de enero de 2011. La delegación sindical, encabezada por la Secretaria General de la CSI, Sharan Burrow, y en la que participaban Secretarios Generales de cuatro Federaciones Sindicales Mundiales, exigió la consecución de varios objetivos importantes, así como algunos compromisos de las instituciones financieras internacionales para incrementar las consultas con los sindicatos y centrarse en la lucha contra la crisis del desempleo que afecta a todos los trabajadores del mundo.
El Presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, se mostró de acuerdo con los sindicatos en que el crecimiento económico por sí solo no es suficiente; la recuperación de la reciente crisis financiera y la capacidad de afrontar crisis futuras requieren unas políticas de mercado laboral activas y estrategias de protección social fuertes. Los sindicatos hicieron referencia al caso de Túnez, donde la desigualdad económica y los altos niveles de desempleo han desembocado en graves conflictos sociales, y aconsejaron al Banco que asumiera un papel más contundente centrándose en el empleo e incitando un crecimiento más inclusivo. Zoellick se mostró de acuerdo en que el Banco Mundial debería solicitar el asesoramiento de los sindicatos a la hora de desarrollar políticas para alcanzar estos objetivos comunes, e invitó a los sindicatos a dar su opinión sobre la nueva Estrategia de Protección Social en desarrollo (www.worldbank.org/spstrategy).
La Secretaria General de la CSI, Sharan Burrow, insistió en que los derechos laborales son derechos humanos y herramientas económicas que el Banco debe asumir. Los sindicatos lograron que el Banco adoptara normas laborales básicas en sus proyectos del sector privado (desde 2006) y más recientemente en sus proyectos de construcción del sector público (desde 2010), y en la actualidad están luchando por lograr una política más amplia para garantizar la protección de estas normas en todos los préstamos del Banco Mundial. Si bien Zoellick no hizo declaraciones directas sobre esta demanda, sí confirmó el compromiso del Banco a apoyar todas las normas laborales básicas en los proyectos tanto del sector público como privado.
Las reuniones también aceleraron los cambios en el informe del Banco Mundial "Doing Business". En 2009, como respuesta a las duras críticas de los sindicatos, el Banco Mundial abandonó el uso del Indicador de Empleo de los Trabajadores (que clasificaba más alto a los países con menores protecciones laborales). El Banco Mundial se comprometió a estudiar otras dos preocupaciones de los sindicatos: la creación de un Indicador de la Protección al Trabajador y la revisión del Indicador de Pago de Impuestos, a través del Grupo de Trabajo Consultivo ya existente, formado por sindicalistas y representantes de la OIT.
En relación con el creciente precio de los alimentos, los sindicatos tanto de los países desarrollados como en desarrollo pidieron al Banco Mundial medidas constructivas para aliviar la crisis de los precios que está afectando a los trabajadores de todo el mundo, pero especialmente a los de los países con ingresos bajos, que se ven obligados a destinar la mayoría de sus ingresos a estos productos básicos. Zoellick admitió que el trabajo del Banco en este ámbito se había quedado bloqueado desde su programa de emergencia en 2008, y resumió en grandes líneas los planes del Banco de reactivar el programa con vistas a ampliar la tan necesitada asistencia para la producción agrícola, la nutrición y las redes de protección social.
En las sesiones con el FMI, los sindicatos destacaron en repetidas ocasiones la necesidad de centrar las políticas en la recuperación del empleo. El Director General del FMI, Dominique Strauss-Kahn, se mostró de acuerdo en que "2011 debe ser el año del empleo" y apoyó la propuesta de los sindicatos para hacer del empleo una prioridad del FMI. Para lograr este objetivo, el FMI aceptó la recomendación de los sindicatos de profundizar su trabajo con la OIT como parte del Proceso de Evaluación Mutua ordenado por el G20.
El FMI se mostró de acuerdo en que las medidas de seguimiento de este compromiso, iniciado en una conferencia conjunta OIT-FMI sobre la crisis y el empleo celebrada en Oslo en septiembre de 2009, debería incluir el apoyo del FMI a las iniciativas de protección social de la OIT (por ejemplo, sobre el piso de protección social) y mejoras en un compromiso nacional entre las organizaciones internacionales. El FMI también se comprometió específicamente a abordar las preocupaciones sindicales en Rumanía y algunos otros países.
La delegación sindical aprovechó la oportunidad para plantearle al FMI el apoyo sindical a un impuesto a las transacciones financieras (FTT) como medio para generar ingresos con vistas a incrementar los ingresos públicos, cumplir los compromisos de ayuda para el desarrollo exterior, y financiar el cambio climático.
A pesar de que el FMI prefiere su modelo de un impuesto a la actividad financiera (IAF), que genera unos ingresos significativamente más bajos, Strauss-Kahn destacó un importante ámbito en el que el FMI sí está de acuerdo con los sindicatos: los gobiernos deberían tomar medidas para crear un marco de impuestos para el sector financiero lo antes posible. Los sindicatos y el FMI también estaban de acuerdo en el gran peligro de vivir otra crisis si la debilidad y las brechas en la regulación financiera no se resuelven de forma adecuada.
Los sindicatos también criticaron al FMI sobre su preocupante cambio de recomendar medidas de estímulo (como hizo en muchos países en plena crisis) a apoyar medidas de austeridad, incluso en países que todavía se encuentran en recesión.
El FMI no aportó muchos argumentos en este sentido, pero sí sostenía que los programas del FMI no recomendarían recortes de gastos en sanidad y educación, y se mostró de acuerdo con los sindicatos en que los países no deberían apresurarse por recortar déficits.
Estas reuniones de alto nivel, el quinto foro de este tipo desde el establecimiento de un protocolo sindicatos-IFI en 2002, marcó importantes ámbitos sobre los que continuar el diálogo entre las organizaciones. El más importante, la necesidad de mejorar los mecanismos de consulta, especialmente a nivel nacional, para garantizar que se escuche la opinión de los sindicatos en las primeras fases del programa del Banco Mundial y el FMI. El Banco Mundial también se comprometió a mejorar su trabajo con los sindicatos en diferentes sectores económicos mediante un compromiso con las Federaciones Sindicales Mundiales. Para facilitar la mejora en la comunicación con los sindicatos, tanto el FMI como el Banco Mundial acordaron participar en un grupo de trabajo para actualizar el protocolo sindicatos-IFI a lo largo del próximo año. Con este protocolo, la CSI/Sindicatos Mundiales esperan seguir reforzando y aclarando los compromisos de las IFI para solucionar las preocupaciones del movimiento sindical de forma más efectiva.